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domingo, 9 de junio de 2013

Una final española

Tras jugar unos largos partidos de tenis lo dos espñoles con sudores calores yn sufrimiento han coseguido pasar a la final de Roland Garros donde ganó Nadal a Ferrer.
Nadal consiguió su décimo Roland Garros.
Se juega bajo una fina cortina de agua. La luz eléctrica de los marcadores brilla entre la lluvia y la neblina mientras Rafael Nadal gana 6-3, 6-2 y 6-3 a David Ferrer una final competida entre tinieblas, cocida al fuego de los nervios e interrumpida cuando un espectador asalta la pista y corre hacia el mallorquín con una bengala llameándole en la mano para protestar contra el matrimonio homosexual. Al sumar en Roland Garros su 12º trofeo de la máxima categoría, Nadal se convierte en el primer tenista que conquista ocho veces el mismo grande y celebra nueve cursos seguidos al menos un trofeo del Grand Slam. Por encima de las medallas que adornan su impresionante currículo, queda la homérica odisea de un campeón como no habrá otro, capaz de triunfar en junio pese a que en enero aún penaba una lesión en la rodilla izquierda.
El comienzo del partido retrata a dos competidores atenazados por la gravedad de lo que hay en juego. Haciendo valer sus galones, Nadal logra el primer break y parece lanzarse a por la Copa, campeón terrible que a su paso nada deja. Manda 2-1 y 30-0. Ferrer no tiene respuesta. Ferrer solo tiene dudas, preguntas agolpándose en su cabeza. ¿Cómo le gano al heptacampeón en su pista? ¿Cómo le ataco a uno que me gana 19-4 nuestros enfrentamientos? ¿Dónde encuentro argumentos, cómo me convenzo y creo?
Es un campeón contenido, respetuoso con el amigo derrotado (David Ferrer), reflexivo, porque sabe que ha llegado hasta el título a través de muchas curvas, no por un camino recto. “Muchas gracias a la vida por darme esta oportunidad”, dice Rafael Nadal, que hace poco más de un año perdió en la segunda ronda de Wimbledon y tuvo que dejar de jugar durante siete meses.
“Estoy aquí tras mucho trabajo desde que soy un niño, tras recibir mucho apoyo de mi familia, de Toni, de todos los entrenadores que he tenido, de Titín [su fisioterapeuta] y de mis patrocinadores”, continúa el ganador, que recibe el trofeo de manos del velocista Usain Bolt y que no se olvida del rival derrotado. “David es un luchador. Él y todo su equipo se merecen estar aquí y les deseo lo mejor”, cierra tras convertirse en el tenista que más victorias ha sumado en la historia del torneo (59).
“Es el mejor”, recoge el guante el aludido tras su primera final en un torneo grande. “Le felicito, a él y a su equipo”, añade Ferrer. “Lucharé para volver a estar aquí”.
Y, sin embargo, Nadal, el titán, también es humano. De error en error entrega ese saque (2-2). Este es un tenista que también se enfrenta a preguntas difíciles, que carga con responsabilidades pesadísimas sobre los hombros. Es tan favorito que cualquier cosa que no sea la victoria podría interpretarse como un fracaso. Ha penado tanto hasta llegar hasta aquí, primero superando una lesión grave y luego al temible Novak Djokovic en semifinales, que sabe que merece un premio… ¡pero cuánto cuesta llegar hasta la Copa! Nadal, claro, ha hecho carrera de superar dificultades, y poco a poco va amansando sus nervios. Todo se decide en un instante catártico, ahí cuando los tiros del campeón empiezan a decir “hasta aquí hemos llegado”.

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