Carly Rae Jepsen: Call Me Maybe

domingo, 9 de junio de 2013

Entre rejas por abortar!!


Aquella noche le dolía el estómago. Era temprano para dar a luz, se dijo. Aún faltaban un par de meses. Finalmente, se levantó a la letrina. Allí sintió un dolor horrible. Y un líquido caliente que le bajaba. Cristina Quintanilla recuerda poco más. Se desmayó. Sus padres, alertados por el ruido de su casita con paredes casi de papel, la encontraron cubierta de sangre en el suelo del baño. Pensaron que se moría. Viven a varios kilómetros del centro de salud, y sin vehículo, así que llamaron a los guardias para que trasladaran a la muchacha. En el hospital confirmaron que ya no estaba embarazada. Y la denunciaron por provocarse un aborto. Ingresada y bajo efectos de la anestesia, recuerda, fue interrogada por policía. “Veía borroso, notaba trajes azules en vez de batas blancas, pero me hacían preguntas. Me dijeron ‘desde este momento estás detenida porque mataste a tu hijo”. La acusaron de homicidio. El día anterior había cumplido 18 años.

Cristina Quintanilla pasó tres días esposada a la cama del hospital. De allí al calabozo de la comisaría y después al penal de Ilopango, la mayor cárcel de mujeres de El Salvador, en San Salvador. Un año después fue informada de su condena en un proceso que luego se demostraría lleno de irregularidades. Comenzó acusada de homicidio imprudente, penado con hasta cinco años de prisión, y salió de la sala condenada por homicidio agravado y una pena de 30 años, a pesar de que los peritos de medicina legal no pudieron determinar que la muerte del feto fuese provocada. “Del hospital pasé a la cárcel, enferma, sin cuidados, deprimida… Acababa de perder a mi hijo y además me estaban condenando por eso”, reclama.

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